Lugar donde se desarrolla la historia

LAS CUEVAS

 

En un mundo dominado por el frío, la nieve y la niebla, casi perpetua, los Hombres de las Cuevas u "Opacos" viven del trabajo diario al refugio de sus cavernas. Sus casas están escavadas en las entrañas de las rocas, comunicadas entre sí por innumerables kilómetros de galerías subterráneas. Todos los hogares buscan la practididad y son cómodos y acogedores. Disponen de una puerta al exterior que expone su vida a la intemperie, pero además de esta entrada, las moradas disponen de una puerta hacia el interior de las galerías por la que se comunican sin tener que salir fuera.

 

Todo el sustento se obtiene de las profundidades de la tierra. Los huertos y plantaciones se ubican en grandes cavidades subterráneas, que obtienen algo de luz a través de orificios y grietas en la roca. Los animales domésticos que les proporcionan leche, carne y piel para abrigarse del frío, habitan con ellos y pastan en las cuevas; incluso los insectos y animales salvajes que esporádicamente cazan, viven en las profundidades más oscuras de la tierra. También el carbón para alimentar el fuego, cocinar y calentar los hogares procede del interior. Fuera no hay nada, sólo frío, nieve y desolación.

 

Cuando Bipa inicia su viaje, descubrirá otros pobladores de la tierra que viven en lugares diferentes a las cuevas que ella conoce. No obstante, el frío y la casi ausencia de vida animal sigue siendo una tónica generalizada en todos estos lugares.

 

PALACIO DE GÉLIDA

 

Más allá de los Montes de Hielo, coronado por dos altas torres que se vislumbran desde la lejanía, se encuentra el Palacio de Gélida, Señora del Hielo. Todo en él es ostentoso, sus arcos de entrada, sus estancias, salones, pasillos... pero con una curiosa cualidad, tanto las paredes como los suelos y los techos están tallados en hielo puro. Incluso los guardias son golems de hielo, creados por Gelida para defender su palacio y atacar en el futuro la Ciudad de Cristal.

 

Sus habitantes, al igual que la propia Gélida, son extremadamente delgados, con el rostro blanco como la nieve, como si hubiesen sido pintados con tiza; también su pelo es blanco como la escarcha y sus ropajes son tan ligeros y tenues que casi se puede vislumbrar la piel a través de ellos.

 

CIUDAD DE CRISTAL

 

A mitad de camino entre los Montes de Hielo y el Palacio de la Emperatriz se encuentra toda una ciudad de cristal, purísima y hermosa; con infinidad de atalayas, pináculos, arcos, tejados, muros y cúpulas, que le confieren un aspecto de límpida fragilidad.

 

Los denominados "Translucidos", sus pobladores, son de aspecto tan cristalino como su ciudad. Altos, esbeltos y de piel tan blanca que casi puede considerarse transparente. Sus cabellos también son inmaculadamente blancos y finos, tan finos como hilos de tela de araña. Sus ojos son extraños, de iris similares a cristales líquidos, de colores desvaídos. No obstante, a pesar de su inquietante apariencia, todo en ellos refleja gracilidad.


MAR DE LOS LÍQUIDOS

 

Tras atravesar la Llanura de Cristal, se accede al Mar de los Líquidos, un mar de aguas puras como espejos que transporta a la Región de los Etéreos. Antes de llegar a esta etapa etérea, el mar se transforma en un tunel conformado por un techo fluido en constante movimiento, una bóveda de agua que oculta el cielo sobre ella. Tanto las paredes como el techo son líquidos, un túnel de agua que parece brotar de un suelo de cristal, con pequeños surtidores que lanzan alegres chorros al aire y lugares donde el suelo de cristal vuelve a ser totalmente líquido.

REGIÓN DE LOS ETÉREOS

 

Última etapa del camino. En el Reino de los Etéreos todo ha perdido consistencia. El suelo parece tierra normal pero sin color, tiene la transparencia del agua más puro y es suave y mullido como un colchón de plumas. Al rededor sólo puede apreciarse una densa niebla ya que la Estrella Azul hace que hasta el agua y la tierra pierdan solidez. Los convierte en aire, en vapor.

 

En los dominios de la Emperatriz incluso el suelo se vuelve inmaterial, ya que el poder de la Estrella ha ido escavando, con el paso del tiempo, un formidable agujero en el rostro de la tierra. Un agujero que suple con niebla lo que antes había sido roca viva y tierra fértil.

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