Aer

 

De niño, todo en él era extraño, desde su cabello castaño, diferente del resto de los habitantes de las Cuevas, morenos de cabello y piel, hasta sus ojos, más claros que los de cualquier otra persona de su pueblo.

 

A diferencia de los otros chicos, Aer era delgaducho, hablaba poco y se fijaba mucho en todo. Constantemente estaba desapareciendo y regresando en los momentos más inesperados. Prestaba atención a cosas sin importancia y, al mismo tiempo, parecía desdeñar lo cotidiano, lo evidente, todo aquelllo en lo que cualquier persona sensata debería invertir su tiempo.

 

Vive obsesionado con conocer a la Emperatiz de los Etéreos por varios motivos. En primer lugar, porque cree en su existencia, en su palacio y en un reino legendario más allá de los Montes de Hielo. En segundo lugar, porque aquellas historias las había aprendido de su padre. Y en tercer lugar, porque aceptar que no había nada más allá suponía dar por muerto a su progenitor.

 

Al crecer, Aer se convierte en un joven alto, fuerte y apuesto, y decide desaparecer lanzándose a la búsqueda de la Emperatriz; provocando con ello la desesperación de su madre y el inicio de la aventura de Bipa.

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